Desde que tengo uso de la razón me aferré a la felicidad que me causaban aquellas pequeñas cosas que, hoy por hoy, muchos ignoran. ¿Será simplemente parte de la rutina o realmente no tenemos tiempo para poder contemplarlas? Hay situaciones cotidianas cuya belleza, a mi parecer, son increíblemente inspiradoras, pero aún así, teniéndolas frente a nuestras narices, se desvanecen sin llevarse siquiera lo más mínimo de nuestra atención.
Puedo admitir sin vacilar ni un segundo que la mayor parte de felicidad que alimentó mi vida durante todos estos años se resumen en éstos pequeños halos de luz... Todos en una eterna lucha con la soledad que me acompaña día a día. Y esa es mi rutina.
Alimentando mi vacía existencia con el aroma del café por las mañanas, el cual se combinaba perfectamente con el húmedo y frío perfume del invierno, el cual terminaba por ser perfecto cuando los escurridizos rayos de sol se colaban por la ventana, impactando contra mi rostro, dejándome esa fría sensación de calidez durante el resto del día en la piel... Pero, ¿acaso todos somos capaces de apreciar ese tipo de situaciones cuya belleza es tan invisible como fortalecedora?
Y los viajes en tren, en el cual se podía contemplar el campo y sus maravillas silvestres. Donde se apreciaba todo aquello que en la ciudad no se puede apreciar. ¿Acaso alguien sigue disfrutando de ese paisaje? ¿O ya no es más que un medio de transporte cuyo único objetivo está ligado a ser un momento más de la tediosa rutina?
Las serenatas bajo la ventana de la persona a la cual se quiere conquistar, las cartas de amor en la que todos nos convertíamos en los mejores poetas si se trataba de enternecer y/o causar ese placer que sólo éstas pueden causar. Era una combinación perfecta entre la caligrafía, la pluma y el papel, pero en especial, el valor que las palabras cobraban, asignándose a sí mismas un valor incondicional y perfecto para el receptor. Los atardeceres seguidos por noches cuales no debían ser olvidadas nunca más.
Y el amor... Cuando el amor se sentía con el ''Corazón'' y no con la vista. Cuando lo visual no era más importante que el verdadero valor de una persona.
¿Desde cuando nos domina el tiempo? Ese mismo tiempo que nos ciega y nos doblega ante una rutina en la cual sólo encontramos soluciones rápidas, amores plásticos y viajes cargados de presiones e histeria.
En dedicatoria a Laz <3
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