Sentada bajo esas luces que encandilaban y a su vez irradiaban tristeza, todas esas tristezas que yo misma encerré ante la exigencia de ser fuerte, ante la exigencia de estar bien y cumplir con el régimen de normalidad que me impuse a mi misma.
Me encontré a mi misma respirando melancolía nuevamente, esperando una nueva oportunidad, esperando una excusa para sanarme, una nueva mentira para convencerme de que me encontraba bien y no necesitaba más que eso. Sólo un par de mentiras que me mantuvieran respirando y muriendo al mismo tiempo.
Me recosté nuevamente sobre el filo entre la vida y la muerte, dejándome a merced de mi suerte, y deje que el tiempo corra y a su misma vez, que toda esta angustia sea eterna.
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