miércoles, 19 de diciembre de 2012

[213] HB.

 Y bueno, tantas veces te escribí, te lloré y, es el día de hoy que aún no comprendo la razón de tus acciones.  Bueno, en parte agradezco no haberlo hecho, es un indicio de que (aún) no estoy tan enferma como vos, pero a éstas alturas, ¿qué va a importante? No te bastó que te escupiera parte del veneno que fuiste sembrando en mi puro y débil corazón, rogándote que por favor me quieras, intentando ser siempre mejor para vos, devolviendote cada gota de sudor que supurabas todas las noches de 'trabajo', por gotas de mi sangre. En eso estamos a mano.
 No voy a culparte por nada, fue mi culpa ser tan débil como para dejarte entrar en mi corazón, sabiendo que no ibas a quererme solo por ser tu familia o que no eras tan capaz de entenderme como imaginé, pero estoy segura que también fuiste y, hoy en especial, siempre vas a ser tan débil como yo. Estoy segura de que tus noches son tan frías como lo fueron las mías, desde que decidiste olvidarte de todos nosotros. Porque tu vida estaba acá, pero decidiste desempacarla y empezar todo de nuevo.
 ¿Qué pasó con todas tus palabras, papi? Me hiciste creer que siempre fui especial, que desde hace 18 años soy un ''sueño'' para vos, que siempre estuviste orgulloso de mí... Pero cuando derrumbaste la coraza que había creado para que no te des cuenta de la verdad, descubriste quien en verdad soy. Viste mis cicatrices y notaste cuán débil me había hecho tu falta, ¿cómo podés vivir con eso? ¿cómo yo puedo vivir con todas esas cosas en la cabeza?
 Ésta siempre fue tu vida, yo formé parte de ella a pesar de que no quieras. Pero no podés culparme, porque lo intenté. Siempre intenté que me quieras, fuiste el primer amor por el cual luché y dejé mi cordura en eso, todavía no logro recuperarla.
 Pero si, creas o no, hay cosas por las cuales te estoy agradecida. Una de ellas es que, gracias a tu falta, aprendí a tener una autosuficiencia de la cual sólo yo soy consciente. Es agradable no tener la presión de tu incomprensión sobre mis espaldas. Ya no tengo que reprimir mis deseos por miedo a que intentes imponerme tu respeto a los golpes o rebajandome.
 Y como yo te necesito y te necesité, vos vas a hacerlo más adelante. Porque yo ya crecí y soy más inteligente de lo que vos creés ser, pero esa inmadurez eterna que te condena, no te la vas a sacar más de encima, ya no me permito rendirme, odiaría ser como vos.
 Los sueños nunca se abandonan, papá. Gracias por ser mi anti-héroe.

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