Y anhelo el día en el que sus ojos puedan leerme con la misma pasión y devoción que posee al leer sus libros favoritos durante las mañanas. Esas mismas mañanas, que estuvieron ligadas a sus eternas noches de insomnio, convirtiéndose de esta forma, en una razón más para confiarle cada uno de mis sueños rotos, fundiendo así, sus noches en vela junto a mi angustia de rutina.